Se hace uno el macho. Se hace uno el muy cabrón. Mientra madres y recuerda cosas que nunca ocurrieron. Se rompe el corazón imaginario, se destruye la dignidad inexistente.
Levanta uno el pecho y la barbilla como un gallo peleador, se bufa por la nariz el desprecio hacia ella, aquella, ésa.
Qué ganó con decir que cambiaste mi suerte, qué gano yo con decir que sin ti, mejor muerto.