Cuando salía a la calle y tomaba el micro o se subía al metro con los audífonos puestos, entonces todo fluía, todo era más líquido y todo parecía estar mejor, tal y como en ese momento se presentaba todo estaba bien: las calles angostas y las avenidas anchas, iluminadas por las luces anaranjadas, los carros deslizándose por el arroyo y la gente caminando en tríos o dúos, vestidos con ropas oscuras y caras frías; "todo está bien", dijo, "todo está en su lugar y resplandece"
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