Cuando se padece un dolor físico y ningún analgésico es eficaz, la esperanza se estrecha y los planes parecen totalmente arruinados. Te dices "no hay esperanza" y cualquier intento de contrarrestar esta idea se viene abajo; "no hay esperanza" repites y te convences de que no la hay. La prueba más sólida para tu desesperanza es tu cuerpo que decae sin remedio y que te deja sin espacio para respirar, para actuar. En este estado ni la esperanza del amor te anima, todo está perdido de antemano y te dices sin mucha convicción "ya veremos lo que pasa mañana", aunque bien sabes que mañana está a 24 horas de distancia. ¡Carajo!
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1 comment:
Gracias por la foto.
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