Wednesday, November 01, 2006

Amsterdam, by Jacques Brel


De la serie: "Música para treintañeros solteros"

Recientemente alguien dijo que lo que yo escuchaba era "música para treintañero soltero", y me pareció una muy buena descripción de mi gusto musical. Queda claro que no hablamos de AOR ni de Luis Miguel ni de Silvio Rodríguez o de los discos más chafas de Sting como solista, o de la colección "Real World" de Peter Gabriel o de Putumayo cuando nos ponemos exquisitos, que es con lo que yo relacionaría la treintañerez mexicana contemporánea. Es más bien que a algunos treintañeros solteros, a los que no nos hace felices lo arriba mencionado, ya nos alcanzó el presente, y llega un momento en la vida de cada hombre en que se tiene que asumir la profundidad de las patas de gallo cuando se llora o se ríe y las repentinas canas que se asoman burlonas frente al espejo.

Así que parte de estar en los treintas es, por supuesto, preocuparse por estar al tanto de la nueva música que está saliendo todo el tiempo, alguna terriblemente mala y otra dolorosamente bella, pero también implica una recuperación de historias suprimidas. A Jacques Brel yo lo conocí en el café del Parnaso de Coyoacán, un domingo, leyendo Astérix en Bélgica, cuando hay una referencia a Le Plat Pays y luego sale un mensajero belga que es el mismísimo Jacques Brel. Supe esto porque no entendí de qué hablaba el jefe galo cuando hablaba de que las únicas montañas ahí eran los pueblos, cosa que mi padre tuvo a bien pacientemente explicar. Llegando a la casa puso el vinil de Jacques Brel, cosa que yo, en mi ignorancia infantil, encontré demasiado antigua y, por lo tanto, aburrida.

Pero después uno crece y está en la época de la mutación radical adolescente y se quiere alejar lo más posible de la música de los treintañeros solteros que gustan de Luis Miguel para ligarse chicas en los automóviles que les compró papi, y entonces aparecen David Bowie, Ute Lemper, Black Box Recorder, Marc Almond, Scott Walker, mucho más recientemente Dresden Dolls, todos de una manera u otra haciendo homenaje a la voz y a la capacidad lírica y escénica de Jacques Brel. Una música no apta para quienes le tienen miedo al "azote", para quienes su idea de lo que debe ser la música popular es música para el olvido y el desmadre. A veces, vale la pena tomarse la vida en serio.

Así pues, llega un momento en la vida de cada hombre en que las millas náuticas ya se nos notan, en las arrugas o en las canas, en las calvas o en las panzas, en los tatuajes o en las cicatrices, en los dolores y en las heridas. Y entonces se puede recuperar a alguien como Jacques Brel, cuya pasión fue impermeable a la mierda superficial del mundo y que sin embargo logró, con un coraje y una sensibilidad incomparables, lograr un reconocimiento amplio, pero que, en esta humilde opinión, debería ser incluso más abierta y esparcida. Porque en la chanson de Jacques Brel está también la semilla de las estéticas del pop británico, su melancolía desoladora, su romanticisimo enloquecido. Gente como Nick Cave o Neil Hannon o Scott Walker, por citar sólo tres, serían sus herederos y traductores más preclaros.

Así andamos a la deriva por la vida. Llega un momento en que hay que detenerse en un puerto y reconocer el pasado para poder pensar en el futuro. Y cómo no, a veces, identificarse con aquello de "Et qui boivent et reboivent/Et qui reboivent encore". La melancolía del marinero, pues, que "Se plantent le nez au ciel/Se mouchent dans les étoiles" y que llora por aquellas que lo han abandonado.

4 comments:

Unknown said...

Yo acabó de descubrir a Jaques Brel gracias al cover que le hizo James Dean Bradfield(alguien a quien los treintaytantos no le han sentado tan bien) a Voir un Ami Pleurer en su disco solista.

Luego de escuchar la versión original y algunas otras canciones no puedo dejar mi diccionario de francés y los audífonos.

No pudo haber llegado en mejor momento este post, con el galés cantando la traducción de una canción sobre el fracaso de occidente y el eurocentrismo. Es cierto que la pasión de Brel es sólo puede ser comprendida por iniciados, ya cuando la vida te dio algunos golpes, pero también debería, como dices, ser "más abierta y esparcida".

mike said...

mmhh... yo soy fan de David Bowie. Me chifla Nick Cave (con sus respectivas Bad seeds). Disfruto a Scott Walker. Recientemente conocí a los Dresden dolls. He oído a Jean Leloup. Lloro con Elliot Smith. Pero tengo 20 años. ¿que tan raro es eso?
Será que estoy temporalmente desfasado?

Who cares anyway...jejeje.

mike.

Ernesto said...

N'ombre, mike, pues si la cosa de "treintañeros" es sólo una broma y por supuesto, it goes without saying que no se tiene que tener 30 para disfrutar música así. (Yo apenas llevo un año de ser treintañero, y no empezé a escucharla hace 365 días, puesn).

Un abrazo a ambos.

Tomás Ortiz said...

Muy buena reflexión sobre el estado de ánimo, de vida, y la música que uno escucha. Yo aún no soy treintañero, ni tampoco soy soltero... Rompo las estadísticas.
Saluditos apretados