Porque la verdad era que en el día no sabíamos estar y por eso preferíamos la noche; porque en la noche las cosas eran menos nítidas y los márgenes ambiguos; porque cuando nos veíamos de día no sabíamos cómo hacer para decir o hacer las cosas que en la noche salían de manera natural, por eso ese día cuando nos vimos decidimos encerrarnos y esperar a que la noche llegara. Y como la noche se tardaba empezamos a idear la manera de atraerla a nosotros. Primero repetimos su nombre hasta enronquecernos, y nada; luego intentamos cerrar los ojos y fingir estar en una noche sin estrellas y luna, pero nos aburrimos. Más tarde recordamos un cuento de la infancia en donde un hombre solo llega a su casa y prende el radio para no sentirse solo, o tan solo. Los minutos pasan y el radio tiene el volumen más alto y las voces son más nítidas, como si de pronto la alta fidelidad realmente existiera. El hombre sale de su cuarto decidido a apagar el chingado radio y se encuentra que en su sala están las personas de las que el radio daba noticia: un asesino, un panadero, una cantante venida a menos, un oso, el empresario rico, etc. El hombre piensa que es un fastidio estar entre tanta gente y apaga el radio: las personas desaparecen, el cuarto queda vacío y el hombre se va a la cama.
“Quisiéramos hacer eso”, e imaginamos la mejor manera de hacerlo. Volvimos a intentar lo anterior, lo de cerrar los ojos, lo de decir muchas veces “noche, noche” pero siempre fuimos vencidos. Ella propuso cantar pero lo de cantar era algo ridículo pues las gargantas estaban heridas, así que propuso tararear: y lo primero que intentó tararear fue algo que yo no reconocí, se desesperó; luego llegó mi turno y creí hacerlo mejor, pero ella sólo se rió; ella lo intentó una segunda vez y fracasó, luego yo, y lo mismo. Frustrados decidimos dejarlo, hacerlo a un lado y esperar pacientes a la noche. Desde donde estábamos se oía el bullicio del día: los carros, las voces, los tacones sobre el pavimento. Frustrados y dominados por el tedio observábamos las líneas de sol que se colaban por las cortinas. Esa tarde no hubo nada sobre la tierra que pudiera acarrear a la noche.
4 comments:
No sé si es mi cpu, pero la foto se ve toda encimada y con códigos html estorbándose.
Sí, traté de editar la imagen pero el código fuente era la cosa más rara que he visto. Pude, al final, quitarla. De todos modos, la imagen no se veía, al menos no en mi browser. (Intenté Safari e Internet Explorer).
Creo que alguien le tiene que dar un curso express de HTML a Argel. ¿Quién se apunta?
Por otro lado, un muy chingón post, al igual que el tuyo, Gabriel; me hizo reír mucho...
Ojalá a estas alturas ya se hayan dado cuenta que la idea es que los títulos vayan en cursivas, luego coma, luego "by" y luego el nombre del autor.
Esto con la humilde intención de que haya cierta coherencia editorial, ¡no voy a poder estar editándoles sus posts a todos todo el tiempo!
Abrazo.
Sí por favor denme un curso; sé que lo necesito. Gracias por el comentario al texto.
Argel, está precioso eso. No me hizo reir, aunque sonreir, sí - me conmueve... Y gracias por el comentario allá en mi jardín, me da gusto que me visites.
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