Thursday, February 02, 2006

One Too Many Mornings, by Bob Dylan



[This text was originally published in the September, 2000 issue of the now-defunct magazine ViceVersa. I had erased from my memory that these were the first exercises I did of "free writing" about pop songs; in a time without blogs, printed media was all we had. I have to thank Claudia Muzzi (to date, she's still my editor and dear friend) for asking me for this series. I hope you can forgive me for posting "recycled" material.]

La simple necesidad de la escritura. El deseo de decir. El viejo Bob Dylan pinta una naturaleza muerta, un elogio del paso del tiempo, una necesidad de resistir. Un universo donde los sonidos de la mente estrellan el silencio de la noche como un espejo roto, donde la noche cae sobre nosotros, intempestiva. El viejo Bob Dylan antes de ser realmente viejo que se para, suertudo él, en las "encrucijadas" de su puerta, para mirar hacia delante, hacia fuera y, a la vez, hacia dentro, hacia atrás. Cuando el pasado nos alcance no habremos tenido que ir a ningún lado.

La tragedia inevitable de la imposibilidad: la frontera, la distancia, física, mental. Tú estás de tu lado. Yo del mío. Y el tiempo, como sustancia física, como materia, como cortina gris, a veces transparente, a veces oscura, negra. Paisajes de la mente, de la memoria, una y muchas mañanas detrás. Y todavía dice: "When ev'rything I'm a-sayin'/You can say it just as good". ¿Ironía dolorosa? ¿Incompatibilidad radical? ¿Imposibilidad del dialogo, de la vuelta, del regreso? Y la mañana, espacio romántico, melancólico, patético por excelencia, como unidad del tiempo, como ámbito de la memoria, de la memoria como distancia, como lejanía.


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1 comment:

Ernesto Sandoval said...

probablemente de mi top 10 de canciones de bob dylan.